Elise Hall: mecenas para el saxofón

Contexto histórico: el saxofón a finales del siglo XIX y principios del XX

El saxofón, inventado por Adolphe Sax en 1846, inicialmente se integró en bandas militares y orquestasSin embargo, tras la muerte de Sax en 1894 y el cierre de las cátedras de saxofón en el Conservatorio de París en 1870, el instrumento experimentó un periodo de declive en el ámbito clásicoEra considerado poco serio y asociado a la música popular y de entretenimiento, lo que limitaba su aceptación en círculos académicos y orquestales. Esta percepción obstaculizó su desarrollo y la creación de un repertorio clásico significativo.

Mme. Elise Hall

Elise Hall: pionera y mecenas del saxofón

Elise Hall (1853–1924), nacida como Elizabeth Boyer Coolidge en París, se trasladó a Boston tras casarse con el cirujano Richard J. HallA los 47 años, y por recomendación médica debido a problemas auditivos, comenzó a estudiar saxofónTras enviudar en 1897, utilizó su herencia para promover el saxofón en el ámbito clásico.

En 1899, fundó el Boston Orchestral Club, una asociación que ofrecía oportunidades de interpretación a músicos aficionados y profesionalesCon la ayuda del oboísta Georges Longy, Hall encargó obras a compositores destacados, ampliando significativamente el repertorio del saxofónSegún el artículo de "Paris Musical et Dramatique", el Orchestral Club se dedicó principalmente a la interpretación de música francesa, mostrando el "cuidado minucioso" y el "riguroso espíritu de selección" en sus programas, incluyendo nombres como Vincent d'Indy, Claude Debussy y Caplet.

Hall no solo apoyó la interpretación de obras existentes, sino que también impulsó la creación de nuevas piezas para saxofón. Su labor de mecenazgo fue crucial para legitimar el instrumento en la música clásica y para demostrar su potencial expresivo y técnicoEl artículo, que continuación encontrarás traducido, destaca que compositores como Caplet y Loeffler escribieron obras especialmente para ella, lo que subraya su influencia y el respeto que ganó en la escena musicalAdemás, el periódico francés resaltó su altruismo y generosidad, no solo hacia los compositores sino también en causas benéficas, como su contribución al monumento de Augusta Holmès.


Obras encargadas por Elise Hall

A continuación, se presenta una lista de obras encargadas por Elise Hall, con información sobre el compositor, año de creación y estilo:

Título de la obra / Compositor / Año de creación / Estilo

  • Rapsodie pour saxophone et orchestre / Claude Debussy / 1903–1905 / Impresionismo
  • Choral varié pour saxophone alto et orchestre / Vincent d’Indy / 1903 /Romanticismo tardío
  • Légende pour saxophone et piano / André Caplet /1903 / Impresionismo
  • Ballade carnavalesque / Charles Martin Loeffler / ca. 1904 / Romanticismo francés
  • Divertissement espagnol / Charles Martin Loeffler /ca. 1904 / Estilo españolizante
  • Légende, Op. 66 / Florent Schmitt / 1918 / Impresionismo
  • Suite pour saxophone alto en mi♭ avec quintette à cordes, flûte, cor et harpe / Gabriel Grovlez / 1915 / Música de cámara
  • Chant pour saxophone avec chœur et ensemble / Paul Dupin / ca. 1905 / Coral con saxofón
  • Poème élégiaque pour saxophone et orchestre / Philippe Gaubert / 1911 / Romanticismo francés
  • Andante pour saxophone alto et orchestre / Jean Huré / 1915 / Romanticismo francés
  • Concertstück pour saxophone alto et orchestre / Jean Huré / 1915 / Romanticismo francés
  • Pastorale pour saxophone et orchestre / Léon Moreau / 1910 / Música pastoral
  • Rapsodie pour saxophone alto avec orchestre / Jules Mouquet  / 1907 / Romanticismo francés
  • Siberia: poème symphonique pour saxophone alto et orchestre / H. Woollett / 1910 / Poema sinfónico
  • Concerto pour saxophone / Paul Gilson /ca. 1902 / Romanticismo belga
  • Impressions: Pièce pour saxophone / Georges Longy / ca. 1905 / Música de cámara
  • Lento en do sostenido menor / Georges Longy / ca. 1905 /Música de cámara


Estas obras fueron fundamentales para establecer el saxofón como instrumento solista en la música clásica.  Muchas de ellas se conservan en la colección de Elise Hall en el Conservatorio de Nueva Inglaterra  .

En resumen, Elise Hall desempeñó un papel crucial en la legitimación del saxofón en el repertorio clásico.  Su visión y determinación allanaron el camino para futuras generaciones de saxofonistas y compositores.

 

Artículo en el periódico "Paris Musical": Mme Elise Hall

Al dedicar su primera página a las personalidades eminentes cuya obra merece un análisis, nuestro periódico no ha querido que esta antología biográfica estuviera reservada exclusivamente a los compositores y virtuosos nacidos bajo nuestro cielo. 

Con un eclecticismo que demuestra una vez más su imparcialidad, el Paris Musical ha querido dar un amplio espacio a los talentos meritorios que se han prodigado por la gloria de nuestro país, a las iniciativas audaces y generosas que se han esforzado por dar a conocer y amar la música francesa más allá de nuestras fronteras. 

Y si nos felicitamos particularmente de tener que escribir hoy el nombre de Mme Elise Hall al principio de estas líneas, es porque tenemos conciencia, al hablar de su obra, no solo de rendir homenaje a una artista notable, a una extranjera de alta distinción que es nuestra huésped, sino también de cumplir un deber de reconocimiento hacia una de las más nobles benefactoras de nuestro arte musical. 

Mme Elise Hall, que es sobrina de M. Coolidge, antiguo embajador de los Estados Unidos en Francia, llegó a París a la edad de doce años. 

Después de haber recibido una educación muy completa en el convento de los Oiseaux, se dedicó a la música, que ama apasionadamente. 

Este gusto innato, unido a la ardiente simpatía que había profesado a nuestra patria, la impulsó al estudio profundo de nuestros maestros. 

Al mismo tiempo que aprendía a conocer nuestras mejores obras, estudiaba con asiduidad el saxofón, y se convirtió en una virtuosa incomparable. 

Pero Mme Elise Hall, cuya naturaleza sensible y comunicativa no sabe guardar nada para sí misma de lo que la colectividad pueda sacar provecho, quiso, en un sublime pensamiento de altruismo, hacer partícipes a sus compatriotas de los puros placeres que le había procurado su fértil labor. 

Para ello, fue poderosamente secundada por un colaborador de gran valía, un francés, M. Georges Longy. 

M. G. Longy, después de haber obtenido a los diecisiete años el 1er premio de oboe en el Conservatorio de París (clase de M. Gillet) y de haber formado parte como primer oboe de las orquestas Colonne y Lamoureux, fue llamado a los Estados Unidos en 1898. 

Este excelente artista es, además, un apóstol; su espíritu es ingenioso, su imaginación creadora; no tarda en concebir el proyecto de un Círculo Musical, se podría casi decir de una capilla de misión artística donde se enseñaría, en la tierra amiga, el culto a nuestra música nacional, y, como las vastas ideas latentes se apresuran y se atraen, guiadas por el oscuro instinto de una solidaridad necesaria para su revelación, M. G. Longy compartió su ambición con Mme E. Hall, en quien encontró a una ferviente melómana francófila ya ganada a su causa y totalmente dispuesta a prestarle su precioso y múltiple apoyo. 

Animados por un mismo celo, unieron sus voluntades y sus esfuerzos para la realización de la obra común: Mme Elise Hall fundó en Boston el Orchestral Club, del que M. Georges Longy se convirtió en el director de orquesta, el primer director de orquesta admitido en Boston, donde, hasta entonces, los alemanes detentaban solos el cetro... queremos decir, la batuta de marfil. 

He aquí una primera victoria pacífica de la que hay que alegrarse. 

El Orchestral Club de Boston, que hoy tiene seis años de existencia, y por consiguiente ha dado sobradas pruebas de su valía, está compuesto por músicos americanos, en su mayoría gente de mundo. 

En él se interpreta únicamente música francesa, y se comprende el cuidado minucioso, el riguroso espíritu de selección que preside la composición de sus programas, al ver figurar en ellos nombres tales como los de Vincent d'Indy, Claude Debussy, Caplet, el antiguo premio de Roma, que escribió una magnífica leyenda a la atención de Mme E. Hall, o también de Ducasse y de Georges Sporck, uno de los compositores jóvenes de los que más se honra la escuela francesa en la actualidad. 

La benéfica actividad de Mme Elise Hall, tan provechosa para la música francesa, no se ejerce solamente en beneficio de los vivos, su generosidad adquiere aún un carácter más elevado al servir, en el orden moral, ideas totalmente sentimentales. 

Así, recientemente organizó en Boston un concierto cuyo fructífero producto, entregado a la suscripción abierta para el monumento de Augusta Holmès, se sumó a la ofrenda verdaderamente real que había depositado personalmente para que se perpetuara la memoria del gran compositor. 

Si los nombres y las obras de nuestros músicos ilustres son mejor conocidos ahora al otro lado del Atlántico, es a la perseverancia de Mme Hall y de M. Longy a quienes se lo debemos. 

Deseemos, pues, para terminar, que el Orchestre Club de Boston prosiga la brillante carrera que hacen presagiar sus felices comienzos y presentemos el homenaje de nuestra muy deferente gratitud a la artista distinguida, a la mujer de calidad que es Mme Elise Hall, felicitándola por haber unido su nombre a la obra de la que M. Longy sigue siendo el creador y el alma, pero de la que ella quiso ser el alma y la graciosa Providencia. 

Paris Musical - mayo 1905

Debemos a la amabilidad del excelente fotógrafo Eugène Pirou el bello cliché de Mme Hall que publicamos en primera página. 

25 de mayo. Sala Pleyel.

Gran concierto ofrecido por Mme Hall. M. Georges Longy dirigió la orquesta. 

Se mostró una vez más como el músico consumado, maestro de los matices y de los movimientos, director hábil y sobrio, sabiendo apagar su orquesta en el momento oportuno, acompañando magníficamente a Mme Hall, en el Coral Variado de Vincent d'Indy, la Leyenda de Caplet, el Lento de Longy y el Divertimento Español de Ch.-M. Loeffler, obra especial para saxofón y orquesta. 

Mme Hall toca con un gran estilo este instrumento de sonoridades extrañas, cuyos rasgos más difíciles le son familiares y sorprende constatar la potencia del sonido que obtiene esta amable artista, uno se da cuenta del trabajo y de la perseverancia que le ha hecho falta para alcanzar este resultado. Un saxofón solista del sexo femenino, he aquí algo que no es común, y un público numeroso y de lo más elegante había respondido a la amable invitación de Mme Hall. 

El éxito coronó sus esfuerzos, y, llamada en repetidas ocasiones, tuvo que, a pesar de la modestia que la había hecho colocarse en la misma orquesta, presentarse sola en el proscenio para recibir los aplausos de todos. 

Pero Mme Hall reservaba una sorpresa a sus invitados; se había asegurado el concurso del gran Pugno quien, en el concierto en la menor de Grieg, con la orquesta, y luego un nocturno y una polonesa de Chopin, entusiasmó a todos sus oyentes; llamado, aclamado, fue lo suficientemente generoso como para prestarse a los deseos de todos, y volvió al piano. 

El piano es un instrumento ingrato, se dice; hay que escuchar a Pugno para darse cuenta de que es el único instrumento maravilloso que puede sostener y reemplazar a la orquesta. Hay que escuchar a Pugno, hay que escuchar los sonidos que este pianista obtiene de su instrumento, hay que sentir su encanto y su potencia para darse cuenta de lo que se puede sacar de él. 

Felicitemos y agradezcamos a Mme Hall su hermosa velada. 



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