Ígor Stravinski (1882–1971): Arquitecto sonoro del siglo XX
Figura central de la música moderna, Ígor Stravinski revolucionó el lenguaje musical del siglo XX desde múltiples frentes. Su trayectoria abarca más de seis décadas, tres continentes y una asombrosa capacidad de reinvención. Supo encarnar el espíritu de su tiempo sin dejar de someterlo a una mirada crítica, construyendo un estilo propio donde forma, ritmo y distanciamiento expresivo se convirtieron en pilares estéticos.
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Ígor Stravinski, fotografía de Irving Penn, 1948 Foto de la revista LIBER / Click en la fotografía para acceder a su enlace. |
Sus tres etapas estilísticas fundamentales
1ª - Etapa rusa (1907–1918): folklore y revolución
Obras clave: El pájaro de fuego (1910), Petrushka (1911), La consagración de la primavera (1913), Renard (1915–16), Las bodas (1914–23), La historia del soldado (1918).
Durante esta etapa, Stravinski colabora con Diáguilev y los Ballets Rusos, convirtiéndose en un renovador del ballet. Se caracteriza por:
Influencia del folclore ruso y los rituales arcaicos.
Orquestaciones vibrantes, con colores heredados de su maestro Rimski-Kórsakov.
Revolución rítmica: síncopas, métricas irregulares, yuxtaposiciones violentas.
Exploración tímbrica y armónica sin precedentes.
Primeras experimentaciones con formas teatrales híbridas (La historia del soldado)
El pájaro de fuego (1910) / revisión de 1919.
2ª - Etapa neoclásica (1919–1951): claridad, parodia y tradición reinventada
Obras clave: Pulcinella (1920), Octeto para instrumentos de viento (1923), Oedipus Rex (1927), Apollon Musagète(1928), Sinfonía de los Salmos (1930), Dumbarton Oaks (1937–38), Concierto para violín en Re (1931), The Rake’s Progress (1951)
Tras la Primera Guerra Mundial, Stravinski reacciona frente al romanticismo tardío y el expresionismo adoptando una estética basada en:
El uso de formas antiguas: suite, fuga, concierto grosso, pasacaglia, sonata….
Una escritura clara, austera y formalmente equilibrada.
Una estética de la máscara: ironía, parodia, distanciamiento emocional...
Homenajes estilísticos: Pergolesi (Pulcinella), Haendel (Oedipus Rex), Chaikovski (El beso del hada), Mozart (The Rake’s Progress)
Producción de obras religiosas (como la Sinfonía de los Salmos) y de cámara (como Histoire du soldat*), que exploran nuevas combinaciones tímbricas.
* Stravinski y la crítica especializada sitúan La historia del soldado (1918) (L’Histoire du soldat) al final de la etapa rusa, pero como preludio esencial del neoclasicismo.
La historia del soldado (1918)
3ª - Etapa serial y tardía (1952–1971): rigor moderno con voz propia
Obras clave: Canticum Sacrum (1956), Agon (1957), Threni (1958), Movements for Piano and Orchestra (1959), Requiem Canticles (1966)
A partir del contacto con Robert Craft y el estudio de Webern, Stravinski adopta el serialismo de forma personal y no dogmática.
Características:
Uso del dodecafonismo con libertad, sin abandonar la claridad ni el ritmo incisivo.
Estilo austero, lapidario y estructuralmente impecable.
Profundización en lo sacro y lo litúrgico, con una tendencia a lo abstracto.
Canticum Sacrum (1956)
Estética musical: pensamiento y lenguaje
Stravinski afirmó en Chroniques de ma vie (1935):
“La música es, por condición natural propia, esencialmente incapaz de expresar algo”.
Este principio, paradójico, define su poética:
Rigor estructural: claridad formal incluso en sus obras más modernas.
Antirromanticismo consciente: rechazo del sentimentalismo, preferencia por el orden y el equilibrio.
Transformación de la tradición: no imitación, sino reelaboración crítica del pasado.
Ritmo como motor estructural y expresivo: constante en toda su producción.
Multiplicidad de lenguajes: del folclore al jazz (Ebony Concerto, 1945), del clasicismo al serialismo, sin perder su identidad estilística.
Ebony Concerto, 1945
Legado y proyección
Stravinski fue más que un compositor: fue un símbolo de modernidad crítica. A diferencia de Schönberg, que entendía la tradición como evolución lógica, Stravinski la asumió como elección deliberada y reformulada.
Su influencia se proyecta en:
Prokófiev, Hindemith, Copland, Messiaen, Boulez, Berio y Bernstein.
La renovación de la ópera (The Rake’s Progress), el ballet y la música religiosa.
Su defensa de la música como estructura inteligible más allá del sentimiento efusivo, lo convierte en figura clave del siglo XX, comparable a Picasso en las artes visuales.
Conclusión
Ígor Stravinski fue un verdadero arquitecto del sonido moderno. Su legado no se mide solo por sus obras, sino por su capacidad de repensar la música como un arte del equilibrio, la transformación y la crítica cultural. Desde las danzas tribales de La consagración hasta la austeridad de Threni, su voz permanece inconfundible: moderna, lúcida y eterna.
Bibliografía consultada:
Diccionario enciclopédico de la música
El mundo de la música – Océano
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